La falta de interés por
el sexo o no sentir atracción sexual por otras personas pueden ser signos de
asexualidad. El profesor de la
Universidad de Brock en Canadá, doctor de Ciencias de la Salud Comunitaria
y Psicología, Anthony Bogaert, afirma en un estudio que en el Reino Unido un 1%
de los ciudadanos son asexuales.
Relatos Eróticos
viernes, 10 de marzo de 2017
lunes, 23 de enero de 2017
Los relatos eróticos de Eva
¿Y si en vez de leer relatos eróticos te propongo
de escucharlos en vivo con una verdadera cerda? La cerda en cuestión se llama Eva y está super buena! En su web encuentras fotos de ella desnuda y su teléfono:
iltelefonoeroticodieva.com
jueves, 15 de diciembre de 2016
Desde niño con la tía
Todo comenzó de jovencísimo, cuando tenía alrededor
de 12 años y vivía con mis padres, pero estaban también los abuelos y la tía de
35 años. Aquella es una edad difícil, las hormonas están a mil y los impulsos
sexuales son difíciles de frenar.
La tía usaba zapatos de tacón y medias veladas y
cuando llegaba a casa a la hora del almuerzo, después del trabajo, se ponía
cómoda, en pantalones cortos y camiseta de tirantes, después de haberse dado
una ducha, yo a menudo la miraba desnuda mientras se duchaba, desde el agujero
de la cerradura y me hacía una paja. Después iba a su habitación y se tumbaba
en la cama para descansar un poco.
Cuando ella se tumbaba en la cama por la tarde, yo
entraba lentamente y le miraba las plantas desnudas de los pies, las adoraba.
El corazón me batía a mil porque tenía miedo de ser descubierto. Ella calzaba
el 38, y después me acercaba con la nariz, gozaba muchísimo del olor aquel
perfume fantástico. Una vez rompí las galletas y las metí entre los dedos de sus
pies, después las comí directamente de allí, lamiendo bien el dedo gordo y los
otros dedos. Otra vez, sin embargo, me corrí y froté mi pene húmedo sobre la
planta de los pies…
Algunas veces ella me hacía dormir con ella por la
noche y yo me hacía el dormido. Cuando era noche profunda metía las manos bajo
su camiseta y le tocaba el pecho y los pezones. Con mano ligera me metía dentro
de sus slip y me ponía a buscar. A menudo me contentaba con explorar el ano,
consiguiendo meter el dedo corazón hasta la mitad.
Pero ahora que pienso, ¿de verdad la tía dormía o se
hacía la dormida? Visto con retrospectiva me resulta difícil creer que
durmiese, pero yo entonces estaba realmente convencido.
Sea como fuere, he logrado oler los pies de mi tía
hasta los 18 años, cuando mis padres cogieron un apartamento solo para nosotros
dos.
Lamento que en aquello época no existiesen las
maquinas de fotos digitales, de lo contrario tendría una bella colección de
fotos “pegajosas”.
Si este relato te ha gustado, quizás te guste más el sexo por teléfono xxx, pero eso ya en otro relato ya.
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